El 14 de abril siempre ha tenido más sentido para mí que el 12 de octubre. De hecho, la fecha en que conmemoramos la colonización de América siempre me ha traído al pairo. El 14 de abril no conmemoramos una victoria bélica, no exaltamos nuestro poderío sobre otras sociedades. El 14 de abril recordamos lo que fue el triunfo de un pueblo que, al igual que está ocurriendo ahora, estaba harto de una monarquía inservible, corrupta, ilegítima y que nadie la ha elegido. Un pueblo que quería elegir su propio rumbo a tomar. Ese rumbo podría ser hacia cualquier lado, pero era un rumbo que nadie le había impuesto.
No sé vosotros, pero yo huelo aires de cambio. Se necesita el cambio, y ese cambio es la República. Juan Carlos I, o el Juancar, como a mí me gusta llamarle, es como las estrellas de la movida madrileña, que hicieron algo puntual allá por los 80 y desde entonces viven de las rentas. Además, la monarquía la forman personajes de lo más singulares: Marichalar, excelente catador nasal; Urdangarín y Cristina, vividores; Elena, que ya ha pasado del plastidecor a las pinturas de madera; Froilán, que aprendió de su padre a meterse tiros,... La casta monárquica no acaba ahí, porque implica a condes, duques, conde-duques, marqueses, y un sinfín de títulos nobiliarios propios de la época medieval. Y todo eso a costa del contribuyente. Sí, de ese españolito al que le exigen trabajar más por menos, o que le piden trabajar gratis para formarse después de licenciarse, o que si no encuentra trabajo le dicen que quiere vivir del cuento.
Hay que quitarse ya a toda esta chusma de encima. Ya ni siquiera nos sirven como embajadores, si es que alguna vez sirvieron para representar a España más allá de sus propios intereses, negocios y trapos sucios. Ahora bien, una vez eliminada la monarquía y proclamada una República, lo cual ya sería un gran logro y un enorme avance, ¿qué tipo de res pública queremos? El trabajo no terminaría ahí, desde luego.
@puto_maiden, militante de ALEAS-IU Fuenlabrada
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