Soy mujer (aunque por ello me juzguéis constantemente), bisexual (lo que me convierte en viciosa) migrante (como todo el mundo, aunque a unos les aplaudáis y a otros les apaleéis)y obrera.
¿Cuadruplemente explotadas? ¡Cuadruplemente revolucionarias!"
También os falta eso, compañerismo, desde el momento en el que por ser mujer me relegáis a un segundo puesto y me dais un día en el calendario para que "celebre" junto al resto de las mujeres (que en ese momento no somos personas, ni obreras, sino portadoras de vagina) y me dais ese día para que el resto del año esté callada, sin importar que luche día a día por ser yo misma, por ser mejor que ayer (no que otros) por tener voz.
El resto del año, quedo relegada a un hogar en el que los platos se amontonan, los niños tienen hambre y la colada me grita a voces desde un rincón de la cocina. Quedo en el segundo plano al que me manda un hombre que viene cansado de trabajar y me pide la comida caliente en cuanto entra por la puerta.
En el momento en que empecé una relación estable me convertí en la “mujer de...” y el hecho de que mis mejores amigos tengan pene nunca me ha facilitado mucho el camino.
Por todo ello, y por las organizaciones que ponen barreras a la liberación de la mujer, por los curas que no confían en una “cosa” que sangra una semana al mes y no muere, por las mujeres que opinan como si no lo fueran y los hombres que lo hacen como si no existiéramos, por los bromistas que entre risas siguen mandándonos al fondo del pasillo para que no se nos vea, solo puedo decir una cosa:
Mujer, bisexual y orgullosa.
Carmen Vallejo, militante de ALEAS-IU Fuenlabrada.
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