Hoy 28 de junio conmemoramos el Día del Orgullo LGTBI, un día de alegría, rabia y memoria. Alegría para celebrar las importantes conquistas que el movimiento LGTBI ha alcanzado en los últimos años, avanzando sin rendirse en su firme lucha por la igualdad y la diversidad. Rabia para indignarnos y rebelarnos ante una realidad que nos sigue invisibilizando, discriminando y oprimiendo, pero también para defender con uñas y dientes los derechos que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir y que hoy corren serio peligro. Por último, memoria para no olvidar nuestro pasado, para recordar el compromiso militante de varias generaciones de activistas LGTBI que desde los suburbios de Nueva York y las plazas de Buenos Aires a las ramblas de Barcelona arriesgaron sus vidas por conquistar más igualdad y más libertad en tiempos no tan lejanos.
Hoy, cuando se cumplen 43 años de los disturbios de Stonewall, es necesario continuar la lucha, alzar la voz una vez más. En la actualidad la lucha de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales, en el marco de la crisis global del capitalismo, tiene que reimpulsarse, reinventarse, fortalecerse y encontrarse con otros movimientos sociales de resistencia, para plantear juntos una verdadera alternativa social ante un sistema que hace aguas, que frente a su debilidad sólo es capaz de imponer más pobreza y más violencia. Esta gran estafa, mal llamada “crisis”, promete acabar con todo, con la democracia y con los derechos sociales, con los cimientos de un Estado del bienestar construido gracias a la fuerza de muchas luchas sociales. Ante esta amenaza para los pueblos, no puede caber la resignación ni el conformismo.
Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales sufrimos en nuestras propias carnes los efectos de los planes de ajuste y de las políticas de “austeridad”, pero para nosotras y nosotros los recortes empezaron antes de esta “crisis” económica. Comenzaron cuando el Partido Popular recurrió nuestros derechos, y los de nuestras familias, ante el Tribunal Constitucional, pretendiendo así frenar conquistas que el movimiento LGTBI ha ganado en las calles y en las instituciones junto a las fuerzas políticas de izquierda. Más tarde, los recortes a la igualdad continuaron con una reforma laboral, aprobada por el gobierno del PSOE, que ha condenado al colectivo LGTBI, especialmente vulnerable en el ámbito laboral, a más paro y más precariedad.
Con el gobierno del PP las tijeras del capital siguen hoy amenazando los derechos y la dignidad de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales. Esas tijeras recortan impunemente los contenidos sobre diversidad afectivo-sexual y LGTBIfobia de la asignatura Educación para la Ciudadanía, recortan nuestros derechos laborales con una nueva reforma laboral exigida por los insaciables mercados, se manchan de sangre recortando irresponsablemente las ayudas públicas a la lucha contra el VIH/SIDA y atacan los derechos humanos de las y los migrantes y las personas transexuales recortando su acceso a la sanidad pública. De esta forma, lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales aparecemos en el centro de la diana del neoliberalismo. Mientras tanto, la banca, el ejército, la iglesia y la patronal, instituciones claramente LGTBIfobas, conservan todos sus privilegios, también los económicos. Sus recortes son nuestra verdadera crisis.
En las escuelas, en las consultas médicas, en los centros de trabajo... la discriminación persiste y los brutales recortes que sufrimos actualmente la refuerzan especialmente. La LGTBIfobia “liberal” muestra en este contexto de crisis su cara más cruda y amarga. La derecha, la iglesia, la caverna mediática y la patronal hacen gala sin tapujos de su tradicional machismo y LGTBIfobia y señalan claramente quiénes son las y los condenados a pagar los efectos de la crisis capitalista. La igualdad nunca les ha gustado y ahora está en el punto de mira de sus recortes. Su objetivo final es claro, hacer pagar la crisis a las grandes mayorías sociales, y no a sus verdaderos culpables.
Sobran motivos para indignarse, para protestar, para ocupar las calles, no podemos rendirnos ahora. No son tiempos fáciles para el colectivo LGTBI, por ello debemos defender la solidaridad como nuestro principal instrumento; unir fuerzas sociales, tejer alianzas abajo y a la izquierda para seguir combatiendo el machismo y la LGTBIfobia, para continuar nuestra lucha por la igualdad y la diversidad. Reivindicamos un Estado laico, participamos en las mareas en defensa de los servicios públicos, trabajamos en el movimiento feminista y en el estudiantil, paramos el país en las huelgas generales y nos unimos a los trabajadores mineros en lucha. Porque lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales también somos clase obrera. Nuestra lucha por la liberación sexual y de género sólo puede comprenderse desde la izquierda, ya que sólo desde la izquierda podremos contribuir a crear una alternativa real a las políticas de ajuste, paro y precariedad.
Rechazamos el capitalismo, también el rosa. Nuestros derechos no pueden ser un negocio y, por eso, llamamos a la celebración de un Orgullo LGTBI alegre, rebelde y combativo, que logre recuperar la protesta y la reivindicación, repolitizando y desmercantilizando nuestra lucha. Sólo así conseguiremos impulsar una respuesta clara y contundente frente al capitalismo heteropatriarcal. Este sistema nos invisibiliza, nos discrimina, nos recorta..., pero nosotras y nosotros responderemos. No más estafas, no más chantajes, no más recortes. La igualdad será total o no será. ¡Ni un paso atrás!
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